Partido socialista: la hora de los principios y el retorno a su tradición histórica.

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Artículo de Germán Rodas Chaves para Revista Opción S

El Consejo Nacional Electoral, por unanimidad, ha decidido en las últimas horas no inscribir la directiva del Partido Socialista, entre otras cosas, debido a la certidumbre respecto a que el ciudadano que pretendió fungir de máxima autoridad en el Partido, ni siquiera está afiliado al mismo y, adicionalmente, porque el CNE pudo identificar una serie de anomalías en el proceso que concluyó en un supuesto Congreso Socialista realizado hace un mes y medio; asuntos todos estos que fueron denunciados pertinentemente por militantes activos de esta organización política.

El CNE no solo que ha cumplido con su deber como máxima entidad rectora de la vida de los partidos políticos, sino que a fin de precautelar la dinámica partidaria ha constituido una Comisión –conformada por todas las partes que se hallan en contradicción en el PSE- con la finalidad de que encuentren el camino de la unidad partidaria y a fin de que se facilite la participación político-electoral de marzo del año venidero, con la activa e indispensable intervención de las dirigencias provinciales del Socialismo.

Más allá de estas realidades, lo que se vuelve oportuno es preguntarse ¿Por qué llegó el PSE a esta crítica situación?

Colaboracionismo, corrupción y abandono de la organización social

La presencia del “correato” en la vida nacional se inició con el apoyo munífico del PSE a Rafael Correa –fui de los tres dirigentes nacionales que se contrapuso a esta intrepidez- no obstante poco tiempo después de la resolución adoptada, colectivamente nos pudimos dar cuenta que Correa, una vez que tuvo presencia política nacional, conservó su aparente adosamiento a las filas socialistas no precisamente por una identificación ideológica, sino porque –en su cálculo político-electoral-  razonó que obtendría respeto local y externo si su imagen se encontraba cercana a la estructura partidaria más antigua de la izquierda ecuatoriana; es decir que Correa actuó con interesado proceder que, paralelamente, lo desarroparon de cuerpo entero su insignificancia en materia de principios.

Luego, a pocos días de su gobierno, pudimos identificar otras de sus deslealtades –a más de su ruptura con el acuerdo programático con el PSE- que se ocasionó de manera inmediata frente a la muerte de su Ministra de Defensa, circunstancia frente a la cual Correa no se incumbió en la investigación del accidente fatal que segó la vida de la recordada amiga y compañera Guadalupe Larriva.

En este contexto sobrevinieron hechos impredecibles que derivaron, también, del oportunismo político de algunos individuos –que llegaron a la “militancia” socialista por la ventana- que se interesaron únicamente en los cargos públicos en el gobierno a costa de sacrificar los principios partidarios y cuyas expectativas fueron alimentadas por Correa –aprovechando la blandengue formación ideológica de estas personas- con el fin, como lo he dicho ya, de instrumentar un partido que sustentara su presumida imagen de identificación con la izquierda, puesto que el país proclamaba entonces ideales de cambio y de transformación, frente al fracaso de los regímenes anteriores, y habida cuenta la novelería del “socialismo del siglo XXl” que en realidad sirvió de mascarada para los afanes del capitalismo del nuevo siglo, con los cuales se identificaron gran parte de aquellos que instituyeron el grupo denominado “alianza país”, esa forma de sincretismo político que emergió bajo el patrocinio y dirección absoluta de Correa.

 Para articular este propósito –el de tener un partido aliado al de su propiedad- Correa se valió de la sumisión de gente carente de honradez ideológica que en sus apetitos políticos personales no repararon en la disolución del PSE y que, además, contribuyeron en la persecución a los militantes políticos de larga trayectoria –reconocidos en el país por su capacidad intelectual y su rectitud quienes habían alertado al interior del PSE los caminos irredentos del correismo y la conducta de aislamiento partidario respecto de los movimientos sociales que, desde la fundación del Socialismo en 1926, formaron parte de su estructura de dirección y, sobretodo, que encontraron en el PSE la voz de sus luchas históricas y a quienes, además, el régimen anterior los persiguió o fragmentó en el marco de la política de disociación de los colectivos sociales -como en efecto ocurrió con el Frente Unitario de Trabajadores- y de descrédito al pensamiento crítico, conductas que Correa propició para poner en marcha sus intereses, ahora plenamente develados, particularmente por la Comisión Nacional Anticorrupción.

Para llevar a efecto todas estas realidades se amañaron Congresos del PSE, se irrespetaron sus instancias orgánicas internas, se violentaron sus normas, se utilizó todos los medios –como aquello de tener miembros de la policía en un Congreso del PSE- en la perspectiva de someter al Partido a los designios y necesidades del correismo

Frente a cuyo escenario varios antiguos  militantes demandamos insistentemente la necesidad de abrir espacios de confluencia y debate frontales, antes que la puesta en marcha de mecanismos estalinistas de silenciamiento a las innumerables voces críticas frente a la gestión de quienes se tomaron la dirección partidaria con afanes y consignas perversas.

Con vergüenza, en el razonamiento referido en líneas precedentes, debemos recordar, por ejemplo, la gestión de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional, que fuera Presidida por una “diputada socialista”, quien cumplió la tarea del encubrimiento al régimen, puesto que desde allí se impidió toda fiscalización al gobierno más corrupto de la historia nacional, a tal punto que la sabiduría popular denominó a este nidal parlamentario como “comisión de archivo”.

A lo dicho debe agregarse la ubicación de los dirigentes en algunas Embajadas Ecuatorianas en el extranjero y en organismos internacionales, que ha permitido que los supuestos regentes socialistas puedan disfrutar de vacaciones en algunos países –ventaja que puede explicar el afán de estos personajes para haber promovido la reelección de Rafael Correa- en medio del abandono a la militancia partidaria y de su ninguna preocupación por las causas fundamentales del pueblo ecuatoriano.

Unificación y renovación como propuesta de reconstitución orgánica

Hoy, la historia del PSE parece tener un punto de inflexión que no puede articularse a partir de la vendetta respecto de quienes han llevado al PSE a un estado de postración ideológica y de ruptura con las causas fundamentales del país. La Historia los juzgará. El PSE debe mirar su trayectoria con responsabilidad y con paso firme ante las horas difíciles de nuestra realidad social y económica, para lo cual debe posibilitar la reconstitución de su estructura con afanes unitarios, al calor de sus principios.

Esta unidad –que debe respetar las tendencias a su interior en tanto ellas expresan orientaciones doctrinarias y filosóficas que promueven el debate político- es fundamental. Quienes somos de la generación de la unidad socialista que aconteció en los años ochenta y que favorecimos en ese periodo el reencuentro entre todas las vertientes socialistas al interior del Partido Socialista Ecuatoriano, tenemos hoy la responsabilidad de contribuir, una vez más, con la ineludible unidad partidaria; por ello precisamente nos hemos mantenido al interior del Partido, pese a las descomposturas políticas, bajo la certeza Martiana de que el hombre –el verdadero militante- no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber.

Se trata, por todo ello, y a partir de este momento de recomponer las relaciones partidarias con el movimiento social, con los trabajadores, con los artesanos, con la juventud, con los pequeños comerciantes, con los maestros, con los gremios profesionales, con los ecologistas, con los intelectuales y académicos, con las mujeres y sus organizaciones específicas y, a partir de un proceso de reflexión que dé cuenta en serio de la “caída del muro”, revitalizarnos en las nuevas epistemes del pensamiento y propiciar una distinta  izquierda –ni dogmática o sectaria- que anule los personalismos y destierre cualquier protagonismo. Aquello supondrá una firme convicción de repensar la teoría y de garantizar la práctica política en los marcos de la ética, el único y auténtico patrimonio de la izquierda que no puede ser rentado o vendido.

Es el momento, adicionalmente, para que las nuevas generaciones de militantes –a quienes debe corresponderles dirigir al Socialismo- sean capaces de retomar las banderas que en su oportunidad las levantaron militantes socialistas de la talla de  Jorge Carrera Andrade, Leonardo Muñoz. Manuel Agustín Aguirre, Benjamín Carrión, Luzmila de La Bastida, Juan Manuel Lasso, Alfredo Pérez Guerrero, Virginia Larenas,  Juan Isaac Lovato, Telmo Hidalgo, Laura Almeida, Jorge Reynolds, Carlos Cueva Tamariz, Plutarco Naranjo, entre tantos otros patriotas.

Una inteligente resolución del CNE la que se ha asumido en estas horas, puesto que no solamente apunta a zanjar una situación de fractura interna del PSE, sino porque descifra el sentir nacional en cuanto a vigorizar tendencias políticas y doctrinarias que no pueden disolverse en medio de los avatares intrínsecos de las Instituciones políticas.

Tanto más que el Socialismo ecuatoriano no solo es patrimonio de sus militantes, sino del Ecuador, debido a que las significativas realizaciones sociales que ocurrieron desde 1926, han provenido –de una u otra forma- desde sus entornos, desde su opinión, a causa de su influencia y, obviamente, desde su lucha.

El suceso que he comentado abre un lapso para la reconfiguración de un proyecto político que enfrente con seriedad los complicados momentos del Ecuador, atravesado por una secuela pavorosa de corruptela, debido a lo cual la tarea del Socialismo está más allá del quehacer electoral –sin duda importante- ya que bordea con la responsabilidad de restituir certezas en el cambio estructural con el que todos soñamos y por el cual hemos luchado varias décadas, lo cual demanda, indefectiblemente, propiciar acuerdos con otras fuerzas políticas y sociales para construir un amplio espectro que, a partir de las coincidencias y afinidades, incida en la vida nacional en procura del bienestar de todos los ecuatorianos.

Octubre del 2018.