Artículo de Germán Rodas Chaves para Informe Fracto – México
El triunfo del Frente Popular en las elecciones generales de España en 1936, fue el punto de partida para que las fuerzas contrarias al gobierno –los falangistas- impulsaran todas las formas para sustituir al régimen. En este propósito se fue comprometiendo, progresivamente, el General Francisco Franco quien, cuando se extendió el alzamiento castrense en contra del Gobierno del Frente Popular, aprovechó plenamente tal circunstancia para ponerse al frente de la campaña militar que tuvo como objetivo expulsar a los gobernantes y anular a sus aliados, lo cual efectivamente ocurrió en 1939, al propio tiempo que ascendió al poder el aludido General Franco.
En efecto, la guerra Civil Española, se inició hace un poco más de ochenta años cuando -en Melilla, Ceuta, Tetuán y Larache- los jefes y oficiales del ejército español localizados en el Norte del África promovieron una sublevación contraria al régimen, insurrección que se ramificó por toda España. A los alzados les enfrentaron -en medio de una resistencia llena de toda clase de sacrificios y heroicidades- los oficiales profesionales defensores de la República, núcleos sindicales y anarquistas, así como los partidos radicales y de la izquierda, que se engarzaron en la lucha antifascista.
Treinta días después de haberse iniciado la guerra civil española, en la madrugada del 19 de agosto de 1936-y en el contexto de las ejecuciones iniciadas el 17 de julio de ese mismo año que sólo llegaron a su fin en 1942- fue ejecutado en su tierra natal, Granada, el más grande poeta y dramaturgo de la época, Federico García Lorca, quien entonces apenas tenía 38 años de edad.
García Lorca fue cuñado del Alcalde de Granada, Fernández Montesinos -de militancia socialista y quien también fue asesinado por los falangistas-parentesco político que permitió que el vate desarrollara una importante amistad con las izquierdas de España lo cual, concomitantemente, contribuyó para que se decretara su muerte.
En efecto, el poeta fue detenido en la vivienda de otro intelectual, Luís Rosales, y posteriormente fue cobardemente asesinado en el barranco de Viznar, en cuyo sitio-en una fosa común- reposan aún sus restos. El repudiable crimen provino de la orden dada por el Gobernador Civil de Granada, José Valdés Guzmán, jefe de las milicias falangistas locales, además de Coronel de la Guarnición.
García Lorca, uno de los más lúcidos exponentes de la llamada generación del 27, estudió en las universidades de Granada y de Madrid. En esta última ciudad vivió en la residencia estudiantil y allí conoció a Manuel de Falla, a Luís Buñuel y a Salvador Dalí, con quienes vivió una azarosa relación que formó parte de su personalidad que se tradujo, en más de una oportunidad, en su inmensa y variada producción literaria.
Tanto tiempo después de la muerte del bardo, sus renglones cortos-así como sus composiciones varias-conservan la misma intensidad de cuando fueron escritos, como efectivamente ocurre con aquellos que, a manera de premonición, compusiera en 1930, en Nueva York:
“Cuando se hundieron las formas puras /bajo el cri cri de las margaritas/ comprendí que me habían asesinado”.