El día en que el poeta perdió la compostura

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Artículo de Germán Rodas Chaves para Diario El Comercio.

Se trataba de la última sesión y se le había encargado al poeta Jorge Carrera Andrade la responsabilidad de conducir ese día la Asamblea. Aquel domingo 23 de mayo de 1926, los debates prosiguieron con la misma vehemencia que en los días anteriores.

En efecto, los discursos, las propuestas, la contraposición de ideas llenos de pasión y entusiasmo que fueron evidenciados desde las primeras jornadas de esta Asamblea –iniciada el domingo 16 de mayo con horarios intensos de trabajo– no habían desaparecido. 59 delegados, muchos de los cuales llegaron al encuentro a pesar de las dificultades para arribar a la capital desde los diversos rincones del país, se congregaron –con riguroso horario– aquella semana del 16 al 23 de mayo en el salón principal del Municipio quiteño, con el fin de fundar un nuevo partido político que respondiera –en su criterio y afán– a los intereses de los más amplios sectores del Ecuador y que enarbolara las banderas de los grupos sociales excluidos del país.

La inacabada revolución radical alfarista; la influencia de la revolución mexicana y, también, la expectativa creciente a partir de los sucesos que modificaron estructuralmente, en 1917, a la entonces llamada Unión Soviética, así como el martirologio de la clase trabajadora del 15 de noviembre de 1922 en Guayaquil, se constituyeron en los antecedentes históricos de fondo para que la Asamblea tuviese una expectativa creciente en el Ecuador.

Otra causa próxima a la realidad descrita –y un antecedente local adicional para que se instituyera el nuevo partido político– fue el fraude electoral de 1924 propiciado por el entonces presidente José Luis Tamayo a favor de Gonzalo Córdova. Este hecho significó la derrota electoral del coronel Juan Manuel Lasso, a quien el poeta Carrera Andrade apoyó entusiastamente desde la dirección del diario Humanidad, en cuyas páginas la confrontación con el liberalismo plutocrático fue intenso.

El mentado fraude precipitó, entre otras cosas, la Revolución Juliana de 1925. Esta, adicionalmente, demostró que la
oficialidad joven del país y sectores importantes de la sociedad estuvieron dispuestos a impulsar cambios sustanciales en la estructura social y económica del Ecuador.

Todos estos factores históricos fueron constituyéndose en los prolegómenos para que se reuniera aquella Asamblea Socialista de 1926.

La sesión vespertina del 23 de mayo tuvo por objeto aprobar los documentos fundamentales del naciente partido y de nombrar a sus dirigentes. No obstante, a esas mismas horas, grupos de liberales y de conservadores concurrieron al Municipio para insultar y provocar a los delegados a la Asamblea socialista.

El poeta Jorge Carrera Andrade, frente a tal circunstancia, suspendió la sesión y, como él mismo lo refirió años más tarde, “invitó a los concurrentes a desalojar a las barras contrarias a la Asamblea”. Ese día el poeta perdió la compostura. Cumplido el pedido –que dejó varios contusos entre los concurrentes a “las barras”– el director de la sesión la reinstaló diciendo que era “una escaramuza necesaria, de las tantas que nos espera en la vida …”
Carrera Andrade fue designado por la Asamblea primer secretario general de los socialistas, cargo que le impuso la necesidad, en 1927, de trasladarse a Moscú en atención a la invitación que recibieron los socialistas para concurrir a los actos conmemorativos del décimo aniversario de la revolución soviética.

Con tal oportunidad, el poeta partió a Moscú y previamente tuvo que hacer escala en París. El vate se quedó ahí sin llegar a su destino final. Por el contrario, se incorporó a la vida poética cultural que se desarrollaba en la ‘Ciudad de las Luces’ y desplegó sus mejores energías en la construcción de los renglones cortos que evidenciaron su calidad de forjador de una poética abierta a los vanguardismos inventivos, a la brillantez en el uso de las imágenes y a la conjunción perfecta del fondo y de la forma mediante las metáforas.

Su estancia en París –y por ende su ausencia en los festejos por la primera década de la llamada era revolucionaria en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas– fueron atribuidas por Carrera Andrade a la falta de entusiasmo de algunos de sus coidearios en el momento de facilitarle los recursos necesarios para que concluyera el viaje.

El viaje fallido pudo deberse, en la opinión del poeta, a la circunstancia siguiente: en la sesión nocturna de la Asamblea Socialista del 19 de mayo de 1926, se opuso –de la misma manera en que lo hizo la mayoría de delegados– a la vincu­lación de este nuevo partido con la Tercera Internacional, conforme fue el interés de algunos sectores procomunistas que concurrieron a la Asamblea y quienes, a causa de esta vicisitud, fundaron oficialmente el Partido Comunista en 1931.

Más allá de todas estas circunstancias, entre el 16 y el 23 de mayo de 1926, el poeta se abrevó en su pueblo para mirar al cielo y soñar con un mundo diferente. Dijo entonces: “…toque final de la hora de la espada/ primer minuto de la nueva hora./ Cien mil puños construyen con la azada/ la montaña de trigo de la aurora”.

* Historiador y escritor Miembro de la Academia de Historia.