Por: Germán Rodas Chaves
El Telégrafo – 28 de octubre de 2018
Existe la generalizada opinión que los actos de corrupción constituyen, exclusivamente, la apropiación indebida de recursos económicos por parte de quienes ejercen el poder. Aquello es parcialmente cierto, tanto más que hemos podido evidenciar –gradualmente y a partir de las acciones de la CNA- que esta conducta fue un asunto habitual en el gobierno anterior.
No obstante, también hay otras formas de corruptela. Por ejemplo, aquello de decirle al país que se posee una ideología y que se ejerce el poder conforme a las orientaciones doctrinarias de ese pensamiento. Así se comportó el mandatario de la década anterior quien, junto a sus allegados, tuvo la grosería de autoproclamarse socialista.
Para que la mascarada fuera completa se apropiaron del partido más antiguo de la izquierda ecuatoriana, el Partido Socialista del Ecuador; “estalinizaron” a esta organización política y pusieron al margen de ella a importantes militantes del PSE cuya trayectoria de servicio a la comunidad, a la cultura y a la historia del país está fuera de toda duda. Y lo que es más grave, le alejaron al Socialismo de los movimientos sociales fundamentales del Ecuador. Por todo lo señalado, el país fue testigo de un asalto a la organización partidaria socialista, a su tradición histórica y a sus ideas.
En estos días diversas corrientes del PSE han promovido acciones para retomar el rumbo del Socialismo ecuatoriano. Este objetivo será arduo tanto para edificar la unidad interna socialista y, sobre todo, para rehacer en el seno de la sociedad ecuatoriana un paradigma que tiene vigencia debido a las inequidades sociales. Un afán que no puede alejarse del pensamiento que señala que “sin calco ni copia, sino como creación heroica” debe construirse el camino de los cambios estructurales que todos anhelamos.
Opinión publicada en El Telégrafo: http://tinyurl.com/ycyzxm8u