Trazos de la figura de Salvador Allende

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Artículo de Germán Rodas Chaves para Informe Fracto – México

Salvador Allende, el Presidente Chileno que gobernó a su Patria entre 1970 y 1973, pasó a la historia el mismo día que las fuerzas militares-en pleno contubernio con diferentes grupos criollos y externos vinculados a los intereses del poder real-le derrocaron de la Presidencia y provocaron su muerte. La defensa que hiciera Allende del Palacio de la Moneda, fue un acto de plena convicción para salvaguardar no solamente los objetivos que había propiciado desde el ejercicio del gobierno-con un amplio respaldo popular-sino que expresó su valentía por cautelar los mecanismos convencionales que le habían permitido llegar a la Presidencia. 

Su estatura de demócrata convencido quedó a plena luz hace cincuenta años–cuando el 4 de septiembre de 1970 fue electo Presidente de la República-y aquel 11 de septiembre de 1973 cuando se instituyó la oprobiosa dictadura militar para irrumpir en contra de su mandato.

Hijo de Salvador Allende Castro y de Laura Goznes Uribe, Salvador Isabelino, nació en Valparaíso el 26 de junio de 1908. Provenía de una familia acomodada con una larga tradición de participación política alrededor de las ideas liberales.

Allende se educó inicialmente, como sucedía en aquellas épocas, en el seno de su hogar y luego asistió a la secundaria en el liceo Eduardo de la Barra.  En su juventud recibió la influencia del pensamiento anarquista de Juan de Machi, un italiano dedicado a la confección de zapatos, con quien Allende compartió una amistad entrañable. Luego estudió y se graduó de médico en 1926 en la Universidad de Chile.

Sus ideas políticas, así como la comprensión de las circunstancias económicas y sociales que afectaban a su pueblo, le llevaron a que se vinculara formalmente al socialismo chileno en 1933, el mismo año en el que fue publicada su tesis doctoral, que trató respecto de la “Higiene Mental y Delincuencia”, en cuyas páginas expuso que el conflicto de la transgresión social-hasta entonces encarrilado tal análisis al mundo de la sicología-dependía, además, de circunstancias derivadas de las contradicciones sociales.

En aquellos mismos años se casó con Hortensia Bussi, la compañera de toda su vida, con quien procreó tres hijas, una de ellas, Isabel, hoy dirigente histórica del partido socialista chileno.

En 1938, Allende estuvo a cargo de la campaña electoral del Frente Popular encabezado por Pedro Aguirre Cerda quien después de su victoria electoral le designó como Ministro de Salud, debido a cuya circunstancia Salvador Allende renunció al escaño parlamentario que en representación de su partido había obtenido en Valparaíso en 1937. Desde entonces se dedicó plenamente a la actividad política.

En 1945 Allende sería Senador por Valdivia y Magallanes. En 1953 representaría a Antofagasta y Tarapacá, mientras en 1961 fue electo para defender los intereses de Aconcagua y Valparaíso, así como en 1969 asistió al Congreso en representación de Chiloé, Aisén y Magallanes. En 1966 había ejercido ya la Presidencia del Senado Chileno.

Su inquebrantable lucha política y su conocimiento sobre la realidad chilena, siempre desde la óptica y reflexión de las categorías del marxismo, le volvieron una figura de enorme respetabilidad a quien la izquierda de su país y los más importantes sectores de su Patria le encargaron abanderar las propuestas presidenciales en 1952, en 1958 y en 1964. En todas ellas no obtuvo la victoria, a contrapelo de haber ido consolidando espacios de unidad entre las diversas fuerzas sociales con los partidos de izquierda que en 1970, mediante la Unidad Popular, obtuvieron el triunfo electoral para ejercer el gobierno con el propio Allende.

El día de su posesión como Presidente de Chile, Allende efectuó un recorrido que demuestra no precisamente sus prioridades, cuanto sus convicciones y su formación. Estuvo a las primeras horas de la mañana en el local del Partido Socialista comprometiendo a sus compañeros en las tareas inmediatas. Luego fue a la sede de la Masonería, a la cual pertenecía, y demandó de sus concurrentes la más firme voluntad para impulsar el arquetipo económico y social con el cual soñaba. Luego, ante el Congreso, juramentó para cumplir y hacer cumplir la Constitución vigente y para defender los intereses de Chile, su soberanía y los anhelos de su pueblo.

Al cumplirse un año más de su partida, su figura vuelve a estar vigente para recordarnos que es imprescindible vivir resguardando nuestras ideas y convicciones y que la muerte, esa transfiguración de la que no podemos huir, no ha de ser sino el paso de un momento a otro con la misma lealtad a nuestras determinaciones y a nuestras certezas.

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