Revolución Cultural China: 50 años

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JUN, 05, 2016

Germán Rodas Chaves

Publicado en La Hora: https://lahora.com.ec/noticia/1101890856/home

En mayo de 1966 se instituyó en la República Popular de China la denominada ‘Revolución Cultural’, una especie de cruzada para impedir que el pueblo fuera conducido a lo que se denominó “diversionismo ideológico”. Este episodio, que nada tuvo de revolucionario, constituyó un comportamiento drástico para que la población no pudiera dar cuenta de otras culturas, particularmente de Occidente.

Fue, también, una forma de enarbolar las banderas del dogmatismo y de sepultar, de un tajo, la diversidad a la cual se halla felizmente expuesta el género humano.
Para acometer tal realidad se creó un aparato militar, el de los Guardianes Rojos, quienes estuvieron obligados a hacer cumplir los objetivos de esta prescripción política que condujo a que miles de miles de ciudadanos chinos fueran llevados a cárceles y a poblados campesinos, donde fueron objeto del ‘proceso reeducativo’.

Todo ello en medio de la delación y de las persecuciones institucionalizadas.
De esta manera, los ciudadanos chinos que, por ejemplo, hubieran leído a Dante, Cervantes o Unamuno –ni que pensar si se dejaba la huella de conocer a los enciclopedistas franceses- o que se atrevieron a comentar que había una música insuperable como las sinfonías de Mozart o Chaikovski, estuvieron condenados al ostracismo y al castigo. También, en medio de tal realidad, la juventud que pudo haberse interesado sobre la moda occidental, sobre sus costumbres y comportamientos, fueron conducidos a las mazmorras o apartados de los centros urbanos para que optaran por una penitencia forzosa que debía ‘depurarlos’ –en muchos años- y que estaba llamada a “orientarlos” por los caminos de una verdad única y vertical.
Ciertamente que todos estos sucesos escondieron, adicionalmente, la lucha por el poder, pues de lo que también se trató, con la puesta en marcha de la Revolución Cultural, fue de instrumentar una política y una forma de pensamiento mediante el cual se pudiera restituir a Mao Tse Tung en los espacios de dirección –a los que había arribado en 1949 con el triunfo de la Revolución China- desplazando a Liu Shaoqui o a Den Xiaoping que controlaban, en 1966, el poder público y el Partido Comunista, y frente a quienes los núcleos seguidores de Mao –liderados por su esposa- emprendieron una confrontación sin cuartel acusándoles de haber promovido una diáspora ideológica que pervertía la revolución.

En la confrontación que acabo de señalar, la Revolución Cultural China apeló, para inducir sus argumentos, al aislacionismo cultural y social; es decir, se pretendió impulsar una especie de ceguera colectiva que debía ignorar al resto del mundo y mirar tan solo el “patio de la casa” desconociendo los contextos históricos de las sociedades del planeta.
La Revolución Cultural fue uno de los grandes pretextos para impedir que la sociedad china piense y se articule en libertad. Fue, adicionalmente, el gran error de muchos de los seguidores de Mao quien, más allá de lo señalado –si miramos su trayectoria en un contexto histórico más amplio-, tuvo aciertos innegables cuando dirigió grandes jornadas de lucha y de cambio.
La ‘Revolución Cultura China’, que fuera abolida en 1969, nos dejó grandes lecciones, entre ellas la comprensión que no se puede impedir que los valores históricos, culturales y sociales de otras latitudes formen parte del aprendizaje y que tales valores –atravesados por el crisol de la diversidad- puedan desarrollarse en plena libertad de conciencia, sin el sojuzgamiento de nadie, menos del poder.

«La Revolución Cultural fue uno de los grandes pretextos para impedir que la sociedad china piense y se articule en libertad”.