Artículo de Germán Rodas Chaves para Diario El Comercio*
28 de marzo de 2021
La triunfante revolución de 1895 en el Ecuador se preocupó de la organización de núcleos sociales de soporte a su proceso político. Debido a esta realidad, por ejemplo, impulsó el quehacer del activista cubano Miguel de Alburquerque, quien dedicó muchos esfuerzos en la conformación de organizaciones obreras vinculadas al proyecto liberal. Aquella circunstancia ocurrió, además, puesto que Eloy Alfaro y Alburquerque estuvieron unidos por una vieja amistad, que se inició en Panamá en la década de los años ochenta del siglo XlX.
Alburquerque -cuya conformación doctrinaria liberal y radical también estuvo impregnada del anarquismo- contribuyó en Guayaquil a la fundación de la Sociedad de Socorros Mutuos, Instrucción y Recreo, Hijos del Trabajo, constituida en febrero de 1896.
Años más tarde organizó -junto a dirigentes gremiales de la época- la Confederación Obrera del Guayas, instituida en diciembre de 1905, la misma que editó el periódico Acción Social, bajo iniciativa y dirección del militante cubano.
A la par que ocurrían las incidencias anotadas, fue desarrollándose un particular suceso en la región: en efecto, la corriente anarquista -que llegó a Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, a propósito del arribo a esos países de migrantes europeos- se divulgó gracias a la información que estos viajeros trajeron respecto de la injusta situación que vivía la clase obrera en el Viejo Continente y de las formas contestatarias y organizativas que tales sectores, y otros grupos sociales habían optado frente a dicho entorno; todo ello más allá de la difusión de textos y escritos referentes a esta corriente política, que comenzaron a circular en nuestras latitudes.
La difusión de las ideas anarquistas se facilitó, igualmente, debido al tránsito de ciudadanos -muchos de ellos trabajadores que laboraban en barcos comerciales- quienes traspusieron las primicias de la lucha anarquista en determinados países en el sur de Latinoamérica.
Las rutas señaladas para que el anarquismo se expandiera, confluyeron -del mismo modo que en otros lugares del continente- en la ciudad de Guayaquil, en cuya realidad este pensamiento tuvo atracción en los sectores sociales emergentes; todo ello más allá de la aproximación a esta concepción política de los círculos de intelectuales que, más con curiosidad metropolitana, inquirieron sobre esta doctrina.
Los primeros trazos evidentes del anarquismo en el país se evidenciaron en 1896 en Guayaquil, cuando el gremio de carpinteros realizó lo que se ha considerado la primera huelga en el Ecuador, protesta que demandó la reducción de la jornada laboral a nueve horas y el incremento salarial; también fue indudable tal ascendiente, en 1898, cuando la Sociedad Unión de Panaderos declaró una huelga, exigiendo incremento de sus jornales.
A lo largo del primer cuarto del siglo XX, la concurrencia del anarquismo fue muy importante en la lucha, particularmente del sector laboral. De alguna manera -como lo he señalado- la fundación de la Confederación Obrera del Guayas se produjo con el tutelaje del anarquismo; lo propio ocurrió cuando los grupos de obreros negros, que fueron traídos desde Jamaica para la construcción del ferrocarril, al final de su trabajo, en 1908, realizaron reclamos laborales y la exigencia de los pagos a su trabajo acompañados de jornadas de protesta de enorme dramatismo.
La influencia del anarquismo en el movimiento sindical fue, entre 1915 y 1925, importante y su desarrollo -siempre en Guayaquil- ocurrió en las filas de los núcleos laborales que se activaron para defender sus derechos. Todo ello sucedió, adicionalmente, en medio de las disputas entre algunos personajes vinculados con la orientación anarquista, cuyos desencuentros ocurrieron alrededor de las consideraciones tácticas y estratégicas para enfrentar al modelo social de la época y, en ese contexto, a los afanes por lograr incidencia en determinados gremios guayaquileños.
En la segunda década del siglo XX aparecieron algunos periódicos de tinte anarquista. Tal fue el caso del periódico Bandera Roja, que salió en 1920 y que hablaba de la necesidad de constituir un Centro Socialista. Poco tiempo después se conformó el Centro de Organización Sindicalista, que dio origen al periódico El Proletario. Circuló en 1920 y su inicial responsabilidad editorial estuvo en manos del anarquista chileno Segundo Llanos -casado con una hermana del conocido anarquista ecuatoriano Abel González, uno de los redactores de El Proletario- y quien entregó, luego, la redacción de este periódico al entonces anarquista Luis Maldonado Estrada. En este periódico colaboraron personajes como Manuel Echeverría, Justo Cárdenas, Narciso Véliz y Alejo Capelo, todos ellos anarquistas confesos.
En este mismo periódico aparecieron, en diversas entregas, textos del Centro Feminista Guayaquileño Rosa de Luxemburgo requiriendo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Tales escritos fueron de responsabilidad colectiva, entre otras, de Rosario González, Ofilia Marchan, Clara Rodas, María Santos, Vicenta Rodríguez, Virginia Sarco, Mariana Moncayo y Cira Casares.
En 1921 apareció la publicación Alba Roja, que provino del grupo anarquista Verbo y Acción, al cual se pertenecieron Colón Serrano, Tomás Mateus y Francisco Yllescas, un núcleo de intelectuales guayaquileños que adhirió las tesis del anarquismo a partir de la lectura -entre otros- del escritor colombiano José María Vargas Vila.
Como he afirmado, la presencia del anarco-sindicalismo en la historia ecuatoriana tuvo impacto hacia finales del siglo XlX y en el primer cuarto del siglo XX; aquello fue posible, puesto que en tal periodo -particularmente en la Costa ecuatoriana y de manera principal en la ciudad de Guayaquil- surgió un modelo agroexportador y bancario, que también trajo consigo el aparecimiento de cierta actividad industrial y, con todo ello, la configuración de pequeños grupos obreros y artesanales que se sintieron convocados con las tesis anarquistas para impulsar sus aspiraciones socio-económicas y sus reivindicaciones fundamentales.
*Historiador y escritor. Miembro de la Academia Nacional de Historia.