JUN, 16, 2013 |
Germán Rodas Chaves
Publicación en La Hora: https://www.lahora.com.ec/noticia/1101520427/home
En estos días se presentará un libro de mi autoría, investigación auspiciada por la Academia Nacional de Historia, publicado en coedición de ésta y la Casa de la Cultura Ecuatoriana, referente a las relaciones de Eloy Alfaro con Cuba, particularmente, con su lucha independentista del siglo XlX.
A propósito del mes alfarista, tanto por la conmemoración de la Revolución Liberal (5 de junio de 1895) como por el aniversario del natalicio de Alfaro (25 de junio de 1842), me propongo resaltar aquí tres asuntos de esta larga relación del patriota ecuatoriano con Cuba.
La primera circunstancia se refiere a la profunda convicción de Alfaro para sumarse solidariamente a la causa independentista cubana. Tanto es así que en julio de 1873, F. J. Cisneros, cubano luchador por la independencia y residente en Panamá, dirigió una carta al Presidente de la Sociedad de Amigos de Cuba en Nueva York comunicándole que el ‘Viejo luchador’ se había incorporado a las tareas de solidaridad con la causa cubana, propiciadas desde Panamá, país donde residía.
Un segundo hecho de importancia se refiere a la disímil comprensión del rol internacional a favor del proceso independista cubano que dieron ambos. Mientras Martí se preocupó porque la lucha final de la independencia fuera producto de la madurez política de su pueblo, Alfaro consideró que había que “aligerar el paso” y favorecer la presencia de tropas amigas provenientes del extranjero para liberar a Cuba. Martí tenía plena convicción de que la independencia debía alcanzarse por el esfuerzo de su pueblo en medio de la solidaridad internacional, pero nada más.
Finalmente, cuando Alfaro estuvo en el Gobierno en 1897, una delegación cubana trabajó intensamente para que Ecuador reconociera el estado de beligerancia en Cuba. Pese al recibimiento entusiasta y a los compromisos políticos a favor de la propuesta por parte de importantes representantes del liberalismo, el tema nunca fue tratado en la Asamblea Constituyente, mayoritariamente liberal.
La explicación dada por Alfaro tuvo como antecedente el hecho del litigio limítrofe entre Ecuador y Perú que, por aquel entonces, estaba bajo arbitraje de España. Esta fue la causa para que Alfaro no pudiera responder, como habría querido, a la petición cubana.
Estas tres circunstancias, entre otras, forman parte del texto que no solamente desentraña las causas de la amistad entre ambos próceres, sino que promueve un análisis riguroso respecto al rol del Partido Revolucionario Cubano que fundara Martí para construir un poder a favor de su pueblo, lejos de cualquier manipulación y de cualquier cálculo.
Es este trabajo, a final de cuentas, el recuento de un periodo histórico en cuyo entorno sobresalen las figuras de dos forjadores de nuestra identidad latinoamericana que lucharon por las libertades y que a cambio de ello dieron todo, incluyendo sus vidas.