ABR, 21, 2013
Germán Rodas Chaves
Publicado en La Hora: https://lahora.com.ec/noticia/1101494596/noticia
En septiembre de 1926, apareció la revista peruana ‘Amauta’, que dirigiera José Carlos Mariátegui hasta el último día de su vida el 16 de abril de 1930. Originalmente dicha revista debió llamarse ‘Vanguardia’, pero uno de los colaboradores de Mariátegui, el artista plástico José Sabogal, promovió el original nombre con el mismo entusiasmo que puso para que el arte del diseño de la revista hiciera historia no solo por su contenido, sino por su particular presentación.
La historia de ‘Amauta’ está ligada a una generación y a una época. Fue más que una revista, pues se constituyó en la historia de un proceso, en una obra en construcción y en permanente redefinición. Comenzó como vocero de un movimiento de renovación generacional y llegó a transformarse en una publicación con plena convicción militante.
Amauta, entonces y de manera evidente, fue gestando su proceso de redefiniciones a su interior. El primer número de la revista advirtió que “no era una tribuna libre abierta a todos los vientos del espíritu, pues –enfatizó– los que fundamos esta revista no concebimos una cultura y un arte agnósticos. Nos sentimos una fuerza beligerante y polémica con el entorno prevaleciente”.
Aquella advertencia –que habría de adquirir cuerpo luego de las redefiniciones ideológicas entre sus fundadores–, se expresó también en septiembre, en 1928, a propósito del aparecimiento de su número 17, edición correspondiente al segundo aniversario de vida de la revista.
En la edición referida, Mariátegui marcó una ruptura definitiva con las concepciones a las que el llamó reformistas y que se referían a los comportamientos políticos de Haya de La Torre. Por el contrario, asumió como propia la idea de la revolución social, aquella transformación estructural a la que Mariátegui se adhirió bajo el claro señalamiento de que no podría ser “ni calco ni copia” de ningún otro proceso sino, por el contrario “creación heroica”.
‘Amauta’ fue una revista que publicó 29 números y en cuyas páginas se vivió no sólo el debate político y las rupturas, sino que dio cuenta de los movimientos culturales de la época referidos, particularmente, al Perú, y a nuestra América Latina, por cuyos caminos la revista limeña transitó con singular simpatía.
En nuestro país, especialmente en Loja, sus páginas fueron nutriendo los procesos de formación y maduración teóricas a los que entusiastas compatriotas se adhirieron en aquellos años, especialmente cuando constituyeron el grupo La Vanguardia, del que formaron parte, entre otros, Manuel Agustín Aguirre, Pedro Víctor Falconí, Alfredo y José Miguel Mora Reyes, Clotario Maldonado, Agustín Paladines, Segundo Cueva Celi, entre otros.
Por lo referido, evocar a ‘Amauta’ es rememorar, en perfecta síntesis, a una de las más importantes figuras teóricas de la región, cuyo pensamiento no sólo se expresó en tal publicación, sino esencialmente en ‘Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana’, en ‘Escena contemporánea’ y en ‘Ideología y política’, textos que a estas alturas del camino siguen siendo no sólo instrumentos de reflexión sino de conocimiento de nuestra realidad andina.
No en vano Benjamín Carrión dijera: “La revista de Mariátegui comenzó a realizar el milagro de unificar una conciencia continental… Su voz hizo eco en todos los lugares…” debido a lo cual Mariátegui y ‘Amauta’ siguen convocando, con la misma frescura de sus años iniciales, a los objetivos de la unidad latinoamericana en la perspectiva de construir un proyecto común e integrador que dé cuenta de las urgencias del momento y que apuntale la consolidación de una Patria grande y auténticamente nuestra.