ABR, 10, 2016 | Publicado en La Hora: https://lahora.com.ec/noticia/1101933245/maritegui-su-cadver-una-protesta-
Germán Rodas Chaves
La revista Amauta -que fuera fundada en 1926 por el formidable pensador peruano José Carlos Mariátegui- publicó, desde el 9 de abril de 1930 hasta el 16 del mismo mes, un boletín diario mediante el cual dio a conocer la situación de salud del autor de los ‘Siete Tratados de Interpretación de la Realidad Peruana’; el 16 de ese mes en el boletín de aquel día se escribió: “El más grande cerebro de América Latina ha dejado para siempre de pensar. Ha cesado de concebir las ideas que tan valientemente propugnara…. Su vida es nuestro ejemplo, su obra una inquebrantable afirmación, su cadáver, una protesta”.
Mariátegui nació en Lima en 1895 en un hogar humilde, que le obligó a los 14 años a trabajar de alza -rejones en un periódico-. Luego se dedicó a la actividad periodística. Con el poeta César Vallejo fundó, en 1918, la revista Nuestra Época. En aquel mismo año participó en la creación del Partido Obrero-Campesino. Entre 1919 y 1923 vivió en Europa.
Su estancia en el viejo continente fue vivificante y purificadora. El pensador peruano ensayando una auto-biografía, dijo: “Residí más de dos años en Italia, donde desposé una mujer y algunas ideas. En Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. En 1924 estuve a punto de perder la vida. Perdí una pierna y me quedé muy delicado… Me olvidaba…soy un autodidacta…”.
De retorno a su Patria, Mariátegui militó en el reciente creado APRA, partido fundado por Raúl Haya de La Torre, con quien terminó su amistad en 1928, cuando José Carlos puso en serio cuestionamiento el rol del populismo Aprista. Fundó entonces el socialismo peruano.
Lejos de las repeticiones esquemáticas para descifrar la realidad de su Patria; alejado de los dogmas y de los eslóganes; con una inteligencia atenta a la realidad de su entorno social; dedicado a la lectura y al aprendizaje en los libros; poseedor de una mentalidad crítica y analítica que le permitió discernir el contexto latinoamericano, entre otras cualidades, además produjo una importante bibliografía que interpretó las características del Perú profundo de aquellos años y que se preocupó, adicionalmente, de la realidad regional, bajo la certeza que es indispensable conocer los contextos sociales y económicos de nuestros pueblos para modificarlos estructuralmente “sin calco ni copia, sino con profunda creación heroica”.
Tal mensaje –fundamental en nuestros tiempos- ha dejado un legado para todos aquellos que han intentado caminar por la vida en la búsqueda de mejores días para nuestros pueblos; se constituyó en un punto de partida en la historia de las ideas y, desde luego, fue una enseñanza para los que se habían estacionado mentalmente a repetir las formulas ideológicas que respondieron a realidades distintas a nuestro continente.
Mariátegui es indispensable no solo por su producción teórica y política, sino porque demandó de los latinoamericanos la necesidad de pensar “con cabeza propia” para transformar la realidad de cada país bajo la convicción de que cada una de nuestras Patrias tienen sus propias características y su propio futuro.
Los 35 años de vida –atravesados por la pobreza y la enfermedad- que le correspondieron a Mariátegui, paralelamente construyeron un arquetipo de ética frente a los demás y se constituyeron en ejemplo cuando se trata de hablar de los principios y de los valores del género humano.
Por ello, Mariátegui es un latinoamericano universal cuyo tránsito vital se abre paso entre los inquilinos de la vida y, particularmente, entre aquellos que no claudican bajo ningún pretexto y en ninguna circunstancia; que al propio tiempo son capaces de discernir el cambio de los tiempos y la evolución del pensamiento.
«Mariátegui es indispensable no solo por su producción teórica y política, sino porque demandó de los latinoamericanos la necesidad de pensar “con cabeza propia” para transformar la realidad”.